Milán, una inspiración viva. Parte 1
Esa mañana desperté y me di cuenta que estaba viviendo mi sueño.
La habitación tenía pisos de mosaico diseñados, paredes obligadas a ser muy altas para poder alcanzar el techo.
La ventana nacía en el piso, definida por un marco antiguo que se abría revelando un pequeño falso balcón que permitía la entrada del aire sin que que nadie corriera el riesgo de caer.
Dormía sola. En la habitación de al lado dormían Natalia y Karen, una dupla creativa maravillosa. Natalija es diseñadora de modas y Karen diseñadora de interiores. Y en la otra habitación Nina creaba su línea de diseño de joyas para su tesis final.
En ese departamento se respiraba creatividad y solo se hablaba en Italiano.
Una semana antes de que comenzaran las clases llegué a Milán a un hospedaje ubicado quién sabe dónde. Se suponía que empezaba a cursar dos días después pero el inicio se extendió una semana más.
Con el diario en mano recorrí varios posibles alojamientos sin lograr enamorarme de ninguno. Finalmente acudí a la Universidad y pedí asesoramiento.
Como toda universidad internacional digna de toda ciudad europea cosmopolita tenían un plan de acomodamiento para los estudiantes extranjeros.
Y así toqué el timbre del 2do piso de Vía Fiamma 17.
Me desperté extasiada, ansiosa por comenzar el día. Me vestí, ya completamente a la moda Italiana de los 90. Pantalón cigarette negro, botas altas y una remera blanca mangas japonesas.
Estaba en Milán, con mis nuevas amigas de Croacia, Israel y Alemania, desayunando café con tostadas con manteca y mermelada.
Buon giorno
Continuará ❤️