Milán, una inspiración viva. Parte 7

Curso una clase optativa llamada Il bello e il non bello.
La dicta un profesor de quien difícilmente puedo recordar su rostro, demás está decir que si cometiera un crimen y me pidieran aportar características para su identikit, como mucho podría describir su escritorio y la tonalidad de la pared por detrás. ¿Su rostro? Invisible.

Intento por todos los medios no dormirme en sus clases.
Me siento en la primera fila para prestar suma atención pero es tanto el peso de mis párpados que tengo miedo de oscurecer el aula.
Me siento en la última fila, por las dudas, no quisiera faltarle el respeto al erudito maestro. Igual no lo logro.
Vuelvo al frente y pretendo tomar notas, pero solo garabateo.
Es imposible, mi inconsciente es más astuto que yo, sabe con absoluta certeza que esa clase no es para mi, pero no entiende por qué yo no.

El profesor se sienta en su escritorio y como ámbar que atrapó al mosquito, se queda así por casi dos horas despegando apenas sus labios para lograr arrojar al vacío palabras del bello e il non bello.

Es demasiado tarde para cambiar de materia.
Me entrego.
Lo acepto porque se que es Jueves y los Jueves son noches Glam.

Vamos al boliche más trendy del momento Lo Shocking (Ver parte V) y en solo 4 horas nuestro departamento se convierte en una gran pasarela.

Veré qué diseño combino hoy con mis botas altas negras.

Risotto nero, Champagne y música, eso sí podría describir a la perfección.

A dopo!